domingo, 19 de noviembre de 2017



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Experiencias




EMMITA       - 15 de noviembre de 2016 - 14:00
Bueno también a mí me gusta compartir estos relatos medio extraños, muchos no creen y son escépticos, pero no se puede negar que en este mundo hay cosas de inframundo o de otra dimensión... yo hace casi 13 años viaje a la región de Puerto Acosta, Provincia Camacho, Departamento de La Paz, Bolivia... era una noche de noche luna, al despedirme de los compañeros de viaje, nos hospedamos en una casa muy grande, según referencias era un salón de local de fiestas,, luego de dormir a esos de las 2 a 3 de la mañana escuche ruidos extraños, pero la curiosidad pudo más en mí que la prudencia así que salí a ver al patio de al lado de donde provenía esos ruidos de voces confusas tal vez de mujeres o no se... pero no vi nada con la linterna, como hizo mucho frío que al chocar con las hojas de los arboles emitían ruidos tenebrosos, así creí al menos y como no encontré nada , me volví a recostar y cuando ya estaba durmiendo plácidamente escuche un grito desgarrador salido del fondo del mismo infierno, que taladro las almas de todo el pueblo algo indescriptible... fue horrible y espantoso y que ya no pude pegar los ojos hasta el amanecer.... luego al día siguiente comentaron que a un hombre lo encontraron muerto, porque le aprecio la mujer del río que lo encanto y se lo llevo... y que por eso después de que se entre el sol no se debe cruzar el rio llamado Huaycho.....

ROXANA       - 24 de febrero de 2016 - 11:15
En la ciudad de la paz, calle colon se encuentra el edif. Vicente Burgaleta, yo creo que es el más terrorífico que todos, ya que te tocan, te jalan los cabellos y te empujan, me paso a mí y les cuento como paso: el primer día que fui a trabajar a esa oficina me empujaron casi caigo por las gradas y me quede sentada conmocionada por eso, me di la vuelta para reñir a quien lo había hecho y no había nadie me quede helada, en otra oportunidad estaba con los auriculares y me los jalaron junto con los cabellos que me hicieron llorar de dolor y también no había nadie a quien culpar y en otra oportunidad, me hicieron mover la silla en la que estaba sentada de un lado al otro al igual que las otras veces tampoco había nadie, pero mis compañeros fueron testigos de esos movimientos, también tengo un compañero que todos los días le tocan el hombro. Este edificio está encantado y da miedo.

AURIA ROSARIO    - 02 de mayo de 2015 - 13:10
Bueno miren la página me parece muy interesante... Yo soy de las personas que era demasiado miedosa nunca quise imaginarme la aparición de algo o alguien...pero la verdad las experiencias que tuve del mundo paranormal.me hicieron más fuerte... Verán... Cuando tenía unos trece años vivía en una casa que siempre me dio mala espina. Un día me estaba preparando para dormir todo parecía tranquilo, mi cama estaba junto a la puerta, recuerdo que rece antes de dormir, pero a eso de las dos o tres de la mañana no sé porque razón me desperté pero mis ojos se abrieron y voltee la cabeza y lo que vi marco toda mi vida hasta ahora, verán era una mujer bastante alta, podía notar que sus pies no tocaban el suelo, parecía muy sucia con la ropa vieja y desgastada era como si hubiese salido debajo de la tierra, me estaba. Mirando fijamente a los ojos con una cara muy seria...ese momento me quede helada no sabía que hacer...tenía miedo gritar por que temia.que.me hiciera algo pero también sentía miedo de quedarme callada así que lo unico.que.se me ocurrió fue taparme la cara con la sabana y empecé a rezar hasta que me quede dormida...
Al otro día desperté y me quise convencer de que fue todo un sueño pero cuando me levante en un montón de basura al lado de mi cama. Entonces me di cuenta de que en realidad estaba despierta... Les aseguro que esta historia es real pero me hizo más fuerte logre dejar de temerle a estas cosas de otro mundo...no niego que aún tengo escalofríos cuando me acuerdo de esos grandes ojos que me miraban esa noche

VIVOTON     - 17 de febrero de 2015 - 05:02
Puff la q yo tengo si es terror pero es de mmm lari lari o achachi o como me decía mi madre el gato volador...
Mi madre tiene una pequeña casa en las orillas del lago herencia de su padre y pues en uno de nuestros viajes con mis tíos llegue a ver algo adentrando se en el lago yo soy muy curioso y salí a comprar pan con la bicicleta tenia q recorrer una distancia de 5 cuadras para llegar a la tienda y vi......era un.....bueno yo lo describiría como un volador pero con la cola de fuego a lo largo lo vi que salió de unos árboles de eucalipto y se entró al lago al principio me pareció una ave pero luego vi su cola q prendía fuego no sabía a era pero tampoco grite para asustarlo simplemente lo mire recalco q tenia forma de volador Pero era gordo como un barril pequeño si cola se movía a todas partes como látigo y pues no me pareció terrorífico al contrario me pareció interesante pensé a si se paraba podría ir a ver a era más de cerca pero me sorprendí cuando entro al lago como una piedra lanzada, bueno volviendo a casa conteo sucedido y me dijeron q era lari lari ya fue suerte mía a no me viera de lo contrario moriría bañado en sangre jeje fue asombroso y pienso a es un animal extraordinariamente asombroso.

JACKZ           - 12 de diciembre de 2014 - 15:10
Bueno en primer lugar estas historias no son mentiras como la de la carretera a Chulumani Sud Yungas, a mí y mis hermanos pero esto fue en Irupana Sud Yungas dentro del pueblo era una noche donde nosotros nos reuníamos entre amigos en un lugar que es la plaza a jugar a estar entre amigos y más o menos 03:00 de la mañana nos estuvimos yendo a nuestra casa que se encuentra en un lugar llamado Churica y en el trayecto nos iba siguiendo una especie de bicicleta con campanilla nos dimos la vuelta y no había nada seguimos nuestro camino y a una cuadra y media de mi casa nos apareció una sombra de lo que llamamos la muerte con su sesgo y cada que dábamos un paso se agrandaba más y más la sombra sí yo no hacia la señal de la cruz y rezaba para que no nos pase nada esa sombra nos mataba a mí y mis hermanos y esta no es la única historia real hay muchas.

DANIEL        - 08 de julio de 2014 - 08:27
buenas historias....yo tengo una historia de una amigo q hasta el día de hoy no la puedo olvidar, él y su flia viajaban a los yungas, exactamente a Chulumani, ya que era la fiesta de ese bello pueblo, el iba en una furgoneta con sus primos y los padres iban en una vagoneta por delante, cuando en una de las miles de curvas q existen en el camino los primos vieron un hombre parado con un abrigo negro largo y el tenia patas de cabra, los jóvenes asustados hicieron parar a bocinazos a sus padres, estos pararon asustados también obviamente y los chicos habían contado esta aparición, los padres de estos incrédulos se subieron a su vagoneta y siguieron el camino....habría pasado una hora más o menos y los jóvenes q iban detrás de los padres vieron al mismo hombre de abrigo largo negro y con las patas de cabra cruzadas, sentado en la llanta de auxilio de la vagoneta de sus padres, despidiéndose y con una sonrisa diabólica, mientras la vagoneta lentamente se entraba al precipicio...

LILA   - 28 de febrero de 2014 - 06:47
Yo creo y mucho en cosas sobrenaturales un día yo vi algo no sé qué era pero era algo como una señora o señor que estaba apoyado sobre la puerta de mi baño y la puerta estaba cerrada.
Y también mi mama me conto que un día ella quería ver a la enfermera y dice que alguien se entró a un cuarto y cuando ella entro no había nadie.
Otra cosa a si mi tía una vez vio un duende y mi hermana no lo vio pero vio que el manto se movía .sabían que los fantasmas aparecen más a las 2 o 3 de la mañana, tengo muchas cosas que contar pero no alcanza el tiempo.

MARCIO RODRIGO TARIFA ROMERO            - 14 de febrero de 2012 - 15:07
Hace unas semanas atrás, mi persona hacia turno nocturno en Emergencias del Hospital General, como médico interno, bueno era un viernes o sábado mas o menos 3 am y como todo médico interno tenía que corretear por los resultados de los laboratorios de los pacientes, el laboratorio es por unas bajando unas gradas al lado de los quirófanos, fui a recogerlos y para no dormirme me senté en unas bancas que están en las puertas de los quirófanos y la sala de cirugía general y me puse a fumar y a tomar un refresco que me había llevado, de repente hacia el lado que lleva al INT, y al IGBJ, oí a alguien correr, y lo q pensé es que era algún familiar que había perdido un familiar e iba a la morgue que ahora es en la parte trasera del hospital o al IGBJ, cuando salió un niño corriendo lo vi pasar rápido por unos segundos, pensando que se había perdido lo fui a buscar corriendo detrás de él y fui hacia atrás d el pero no lo vi más ni lo oí mas, recorrí todo llegue a la morgue a la sala reumatología que es más abajo de la morgue a la pensión, a infectología, dermatología, salud mental, y nada.
Cuando volví al servicio le conté a la licenciada lo sucedido y me dijo que era un fantasma, que todo el hospital está repleto de ellos, pero que no hay que temerles ya que muchos de ellos nos cuidan según ella...

SHIRLEY      - 05 de enero de 2012 - 17:19
Yo sí creo que existen los fantasmas, yo tuve una experiencia muy escalofriante, me encontraba en mi habitación lista para dormir, apague las luces y me acosté, pasaron unas dos horas más o menos me quede dormida, pero de golpe se abrieron mis ojos sentí todo mi cuerpo pesado no podía moverme, lo único que tenía en mi mente era gritar o hacer ruido, gire mi cabeza a un lado y vi una mujer de negro con su cabello largo que cubría su cara, su mano que extendía hacia mi rostro queriéndome tocar, logre ver su mano era puro hueso, me asuste, mi corazón empezó a latir muy rápido, cerré mis ojos y empecé a rezar y pedir que se vaya, exactamente no sé cuánto tiempo paso , pero al final desapareció y pude moverme.
Esta experiencia no fue la única ya que en mi casa ocurren muchas cosas, no solo a mí sino a toda mi familia.

GRISELDA MONTAÑO PELAEZ - 07 de agosto de 2011 - 18:00
Yo fui interna el año pasado en el Hospital de Clínicas, y no creo sobre fantasmas ni duendes aunque no sé cómo explicar lo que me ocurrió, en el Hospital de la mujer en la sala de Neonatología en uno de mi turnos a eso de las 2am tenía q nacer un prematurito y tenía q informar al neonatologo de turno, estaba oscuro y vi al lado de una incubadora una imagen de una mujer q lo estaba viendo al bebito, me pareció haber visto a la Dra. de turno entonces la enfermera se apareció por atrás y le pregunte le puede llamar a la Dra. Aparicio por favor, ella entro y me dijo ella no está acá, yo le dije -Pero la vi, ella enojada no está si usted quiere compruebe, y era cierto la Dra., estaba en otro lugar..... me entro un frio a mi cuerpo y me dije a mi misma -"no viste nada".
Otro día en el Hospital de Niño en uno de esos turno largos, yo era quien iba a avisar arriba a los médicos e internos de turno los ingresos de paciente nuevos en la noche y estaba bajando en el ascensor porque traía una sillita de ruedas, alguien golpeo tremendamente fuerte la puerta pensé q era alguien q necesitaba el ascensor lo hice parar rápidamente y no había nadie ......me dio miedo de nuevooooooooo fue una sensación extraña ya que allá no había nadie más que yo...... ,esas son mis experiencias extrañas que son reales.

RENE - 12 de abril de 2010 - 07:16
La verdad yo cuando tenía aproximadamente 15 años yo no creía en este tipo de relatos, que seguramente a más de uno le gana la curiosidad por leerla pero a otros simplemente no les interesa...ahora sí... les cuento.. cuando estaba por los 17 años mis padres me dieron un cuarto ya para mi solito y al principio todo cambio no es bien recibido y tuve que dormir con la TV encendida, pero ya con el tiempo me fui acostumbrando pero una noche ya a eso de las 22:00 a 23:00 horas me acosté y apague la luz y estaba tratando de conciliar el sueño y busque la mejor posición para tener una buena noche ...el costadito era uno apropiado esa noche....de repente vi como si todo se volvía más oscuro trate de abrir mis ojos y todo era negro cuando de repente empecé a sentir como hormigas en mi cuerpo y lo primero que pensé era que habían pulgas o algo así pero ya me empecé a asustar y de pronto todo mi cuerpo estaba como que un millón de hormigas pudieran estar caminando encima mío....mi respiración fue aumentando como si estuviese cansado y mi corazón latía fuerte y de pronto como estaba de constado alguien se subió encima mío como si estuviera abrazándome y claramente escuche su aliento solo una vez y ahí quede aterrorizado, no podía moverme, sudaba, mi corazón estaba que se quería salir de mi pecho fueron los segundos más largos de mi vida...en todo esto yo ya no podía más lo primero que pensé es gritar e irme arriba donde mis padres pero no sabía cómo entonces decidido a hacerlo tome valor para salir.


Leyendas Urbanas de El Alto

EL LARI-LARI
Cuentan que el Lari-Lari, cuya apariencia era similar a la de los animales fabulosos, tenía alas de cuervo, cabeza de gato montés, colmillos de leopardo, cola de lagarto y patas terminadas en pezuñas de macho cabrío. Su tamaño era superior al de un felino salvaje y su olfato, más desarrollado que el de un perro policial, le permitía olor a la distancia a un niño recién nacido.
No se lo veía de día, excepto cuando se daba un eclipse de sol. Sin embargo, apenas caía el velo de la noche, salía de su guarida, desplegaba sus alas y volaba hasta cualquier pueblo del norte de Potosí, donde podía atrapar a los niños de pecho, que eran sus presas preferidas. La gente se percataba de su presencia cuando escuchaba sus pisadas en el techo, acompañadas de unos extraños rugidos que hacían estremecerse de miedo.
El Lari-Lari detenía su vuelo rasante sobre una vivienda, desde donde acechaba a los niños que todavía no habían sido bautizados, porque los más grandes, que habían recibido el agua bendita en la pileta bautismal, le causaban mareos, vómitos y dolores en todo el cuerpo.
Algunas veces, caminaba de techo en techo, dando saltos como un canguro o zapateando igual que un gallo, hasta que, de pronto, se detenía atraído por el olor de un niño que tenía pocos días de nacido. Si éste estaba solo, aprovechaba la ausencia de su madre para bajar del techo y meterse en la habitación. Luego se acercaba sigilosamente hacia su presa y tarareaba canciones de cuna, con una voz dulce y armoniosa, muy parecida a la voz celestial de los ángeles.
Una vez que el niño se quedaba dormido, con el mismo placer que sentía al ser arrullado entre los cálidos brazos de su madre, el Lari-Lari hincaba sus afilados colmillos en la faja y, sin que nadie lo notara, se lo llevaba volando por encima de los techos, como un viento que llega, se va y se pierde.
Así hizo muchas veces, hasta que una noche, en que dejó sus patas marcadas en los techos, como si hubiesen sido estampadas con hierro candente, se detuvo en una de las viviendas, donde detectó a una preciosa niña, que estaba solo, envuelta en un aguayo y recostada sobre un camastro hecho con cueros de cabra.
El Lari-Lari, seguro que tenía a su presa entre ceja y ceja, se relamió la boca con su lengua viperina y saltó del techo para meterse en la habitación, pero tuvo tan mala suerte que, como empujado por un soplo divino, cayó sobre un cuerno de toro empotrado encima de la puerta, donde quedó ensartado y balanceándose como el péndulo de un reloj de pared.
Los padres de la niña y los vecinos, al escuchar los alaridos de dolor del Lari-Lari, aparecieron con palos, cuchillos, antorchas y cartuchos de dinamita, decididos a acabar con la vida del animal inmundo, que se robaba a los niños para comérselos huesos y todo.
Cuando los vecinos lo vieron ensartado en el cuerno de toro, que el padre de la niña empotró a manera de adorno en la fachada, entre la puerta de madera y el techo de calamina, el Lari-Lari actuó con la misma astucia de siempre, al saberse que estaba en peligro; agitó la cola, las orejas y se puso a llorar como una criatura de pecho.
Los vecinos, que en un principio estaban decididos a lincharlo en el acto, sin mayores preámbulos ni contemplaciones, se detuvieron a cierta distancia hipnotizados por la mirada del Lari-Lari, en cuyos rasgados ojos se prendió una lumbre parecida al de los diablos.
Ese fue el instante que aprovechó para zafarse y escapar con la agilidad de un gato de siete vidas. Los padres de la niña y los vecinos que acudieron al lugar, armados con lo que tenían a mano, no pudieron hacer nada, salvo contemplar cómo ese esperpento de la naturaleza, luego de echar escupitajos contra los cuernos, se dio a la fuga delante de sus ojos.
Aunque el Lari-Lari se salvó de ser linchado, los pobladores del norte de Potosí, que durante años vivieron atemorizados por su inesperada y dañina presencia, aprendieron la lección de que el mejor amuleto para espantarlo eran los cuernos de toro, por eso los vecinos pusieron cuernos en el techo de sus viviendas, convencidos de que el Lari-Lari las temía como el demonio le teme al crucifijo.

Desde entonces, la calma volvió a reinar en los pueblos del altiplano, las madres dejaron de preocuparse por sus hijos recién nacidos y los vecinos no volvieron a saber nada del Lari-Lari, un monstruo maligno que, de no estar muerto, debe seguir todavía causando estragos en otros pueblos, donde las viviendas no tienen cuernos en el techo.


Leyendas Urbanas de El Alto

LA HISTORIA DEL EKEKO
Para empezar quisiera explicar el significado del "Ekeko": es un muñeco de yeso que simula la imagen de un campesino portando pequeñas porciones de alimentos (arroz, azúcar, café, etc...), y otros tipos de prendas valiosas. 
La historia se basa en que al ponerle un cigarro en la boca, él lo fumará y deberás hacerle tus pedidos. Los cuales te los cumplirá. 
Al viajar a Huancayo (provincia de Perú), me compré un Ekeko. Era la primera vez que tenía uno. Y por una extraña razón lo compré. 
Al regresar a Lima, ya en mi dormitorio le prendí su cigarro y le pedí cosas que en la actualidad no recuerdo... Esa misma noche no podía dormir, tenía una sensación de miedo pero no sabía el porqué. 
Me levantaba e iba al dormitorio de mis padres a contarles lo que me pasaba... ellos me mandaban a dormir y me decían que rezara. Me levanté un par de veces más para ir donde mis padres y al regresar a mi dormitorio vi en la silla de mi escritorio sentado al "Ekeko" en persona. 
Era un provinciano tal cual como el muñeco. Aterrada sólo volví a mi cama y no desperté hasta el día siguiente. 
Al otro día comentándole a mi familia lo sucedido, por un "accidente" el Ekeko se cayó rompiéndose su cabeza. 
Dicen los que tuvieron alguna vez un Ekeko, que es el demonio en forma de paisano que se presenta para hacer un trueque por lo que le pediste. 

Esto me pasó a mí cuando tenía aproximadamente 15 años y lo recuerdo como si fuera ayer.


Leyendas Urbanas de El Alto

LA LEYENDA DEL KHARISIRI
El Kharisiri es un personaje mítico oriundo de la región andina Aymara, específicamente desde Puno hasta la zona norte de Potosí (Bolivia). Se le conoce con los nombres de “Karisiri”, “Kharisiri” ó “Liqichiri”, cuya traducción del quechua al castellano nos daría ”el chupador de grasa”. En otras zonas se le denomina Phistaco, Ñaqaq, ó Khari Khari.
Los indígenas de esa zona lo describen de la siguiente manera: es un ser antropomórfico de pelo amarillo, gigante, cruel y exclusivamente nocturno. Al encontrarse con él, cualquier persona empieza a sentirse como hipnotizada y mareada, lo que el espanto aprovecha y extirpa toda la grasa del ser humano dejándolo en un estado de agonía total.
Se afirma que antes de la conquista española, el Kharisiri era un ser maléfico invisible, causante por lo general de las enfermedades consuntivas, aprovechando del sueño de sus víctimas, a las que con un pequeño corte, como queda dicho, les extraía la grasa. Después de la conquista, impresionados los andinos con ver degollar a los ajusticiados, y reducir el cadáver a cuartos, creían que el verdugo era un ser extraordinario, un malvado, representación del Kharisiri, que terminaba su sangrienta faena, andaba en las noches vestido con el hábito despojado al difunto y aún lleno de tierra y sangre, cubierta la cabeza de un capuchón, que sólo dejaba al descubierto su rostro pálido como la muerte y sombrío como la noche.
El Kharisiri llevaba en la mano una campanilla, cuyo lúgubre sonido se escuchaba de rato en rato. Decían de él que se alimentaba de carne humana, prefiriendo devorar la de los niños que encontraba a su paso. Poco a poco y a medida que las ejecuciones en esa forma disminuyeron, la imaginación de los andinos fue confundiendo al verdugo con el fraile que acompañaba al condenado a la pena de muerte, hasta que el primero desapareció de su memoria y sólo el último quedó con el mote de Kharisiri.
Con el transcurrir de los años, probablemente la circunstancia de ver trajinar con alguna frecuencia a los frailes sólos y por caminos silenciosos y desiertos, haya dado también lugar a la formación de esta leyenda con todos sus lúgubres contornos. Cuando el andino no ha visto ni se ha encontrado con este personaje de lúgubre fama y siente, sin embargo, dolor al vientre y se presenta en la parte exterior la terrible mancha roja, se cree que el vampiro se hizo invisible para mejor y más cómodamente extraerle la grasa, y el infeliz dominado por tal idea desconfía de los remedios, para luego encontrar la muerte.
En la época de la colonia, el fraile simbolizó para el andino, el autor de la carestía y hambre en el sector rural, porque se supone que en las grandes alforjas se lleva consigo, con el poder de la nigromancia que profesa, y recoge cuantos víveres encuentra, dejando al pobre andino que por falta de ellos, muera por inanición con la barriga pegada al espinazo. En todas las minas de la región andina se consideró de mal agüero la presencia de un fraile; cuando uno o más de éstos se presentaban en el lugar, los mineros se turbaban, les invadía la pesadumbre, e inquietos y tristes, esperaban que de un momento a otro les sobreviniera alguna desgracia personal o algún accidente en la mina; temían que se perdiera la veta del metal que explotaban o se derrumbara y matase obreros o murieran de manera violenta uno o más de ellos.
En la década de 1930 en las minas que se explotaban en la región andina del departamento de Puno, los mineros se oponían a que se llevara a cabo un acto religioso, alegando que la presencia de un sacerdote les traía la mala suerte; porque los genios subterráneos, habitantes de las profundidades de los cerros, dueños y señores de las vetas, las ocultarían indignados por la profanación de que eran objeto, para que jamás las encontrasen y a ellos les castigaría dándoles enfermedades.

Cierta o no, la leyenda del Kharisiri sigue vigente en esa zona. Es tal el miedo a este ser que los campesinos, en algunas comunidades altoandinas, no admiten en sus comunidades el ingreso de personas con la cabellera rubia.