domingo, 19 de noviembre de 2017



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Experiencias




EMMITA       - 15 de noviembre de 2016 - 14:00
Bueno también a mí me gusta compartir estos relatos medio extraños, muchos no creen y son escépticos, pero no se puede negar que en este mundo hay cosas de inframundo o de otra dimensión... yo hace casi 13 años viaje a la región de Puerto Acosta, Provincia Camacho, Departamento de La Paz, Bolivia... era una noche de noche luna, al despedirme de los compañeros de viaje, nos hospedamos en una casa muy grande, según referencias era un salón de local de fiestas,, luego de dormir a esos de las 2 a 3 de la mañana escuche ruidos extraños, pero la curiosidad pudo más en mí que la prudencia así que salí a ver al patio de al lado de donde provenía esos ruidos de voces confusas tal vez de mujeres o no se... pero no vi nada con la linterna, como hizo mucho frío que al chocar con las hojas de los arboles emitían ruidos tenebrosos, así creí al menos y como no encontré nada , me volví a recostar y cuando ya estaba durmiendo plácidamente escuche un grito desgarrador salido del fondo del mismo infierno, que taladro las almas de todo el pueblo algo indescriptible... fue horrible y espantoso y que ya no pude pegar los ojos hasta el amanecer.... luego al día siguiente comentaron que a un hombre lo encontraron muerto, porque le aprecio la mujer del río que lo encanto y se lo llevo... y que por eso después de que se entre el sol no se debe cruzar el rio llamado Huaycho.....

ROXANA       - 24 de febrero de 2016 - 11:15
En la ciudad de la paz, calle colon se encuentra el edif. Vicente Burgaleta, yo creo que es el más terrorífico que todos, ya que te tocan, te jalan los cabellos y te empujan, me paso a mí y les cuento como paso: el primer día que fui a trabajar a esa oficina me empujaron casi caigo por las gradas y me quede sentada conmocionada por eso, me di la vuelta para reñir a quien lo había hecho y no había nadie me quede helada, en otra oportunidad estaba con los auriculares y me los jalaron junto con los cabellos que me hicieron llorar de dolor y también no había nadie a quien culpar y en otra oportunidad, me hicieron mover la silla en la que estaba sentada de un lado al otro al igual que las otras veces tampoco había nadie, pero mis compañeros fueron testigos de esos movimientos, también tengo un compañero que todos los días le tocan el hombro. Este edificio está encantado y da miedo.

AURIA ROSARIO    - 02 de mayo de 2015 - 13:10
Bueno miren la página me parece muy interesante... Yo soy de las personas que era demasiado miedosa nunca quise imaginarme la aparición de algo o alguien...pero la verdad las experiencias que tuve del mundo paranormal.me hicieron más fuerte... Verán... Cuando tenía unos trece años vivía en una casa que siempre me dio mala espina. Un día me estaba preparando para dormir todo parecía tranquilo, mi cama estaba junto a la puerta, recuerdo que rece antes de dormir, pero a eso de las dos o tres de la mañana no sé porque razón me desperté pero mis ojos se abrieron y voltee la cabeza y lo que vi marco toda mi vida hasta ahora, verán era una mujer bastante alta, podía notar que sus pies no tocaban el suelo, parecía muy sucia con la ropa vieja y desgastada era como si hubiese salido debajo de la tierra, me estaba. Mirando fijamente a los ojos con una cara muy seria...ese momento me quede helada no sabía que hacer...tenía miedo gritar por que temia.que.me hiciera algo pero también sentía miedo de quedarme callada así que lo unico.que.se me ocurrió fue taparme la cara con la sabana y empecé a rezar hasta que me quede dormida...
Al otro día desperté y me quise convencer de que fue todo un sueño pero cuando me levante en un montón de basura al lado de mi cama. Entonces me di cuenta de que en realidad estaba despierta... Les aseguro que esta historia es real pero me hizo más fuerte logre dejar de temerle a estas cosas de otro mundo...no niego que aún tengo escalofríos cuando me acuerdo de esos grandes ojos que me miraban esa noche

VIVOTON     - 17 de febrero de 2015 - 05:02
Puff la q yo tengo si es terror pero es de mmm lari lari o achachi o como me decía mi madre el gato volador...
Mi madre tiene una pequeña casa en las orillas del lago herencia de su padre y pues en uno de nuestros viajes con mis tíos llegue a ver algo adentrando se en el lago yo soy muy curioso y salí a comprar pan con la bicicleta tenia q recorrer una distancia de 5 cuadras para llegar a la tienda y vi......era un.....bueno yo lo describiría como un volador pero con la cola de fuego a lo largo lo vi que salió de unos árboles de eucalipto y se entró al lago al principio me pareció una ave pero luego vi su cola q prendía fuego no sabía a era pero tampoco grite para asustarlo simplemente lo mire recalco q tenia forma de volador Pero era gordo como un barril pequeño si cola se movía a todas partes como látigo y pues no me pareció terrorífico al contrario me pareció interesante pensé a si se paraba podría ir a ver a era más de cerca pero me sorprendí cuando entro al lago como una piedra lanzada, bueno volviendo a casa conteo sucedido y me dijeron q era lari lari ya fue suerte mía a no me viera de lo contrario moriría bañado en sangre jeje fue asombroso y pienso a es un animal extraordinariamente asombroso.

JACKZ           - 12 de diciembre de 2014 - 15:10
Bueno en primer lugar estas historias no son mentiras como la de la carretera a Chulumani Sud Yungas, a mí y mis hermanos pero esto fue en Irupana Sud Yungas dentro del pueblo era una noche donde nosotros nos reuníamos entre amigos en un lugar que es la plaza a jugar a estar entre amigos y más o menos 03:00 de la mañana nos estuvimos yendo a nuestra casa que se encuentra en un lugar llamado Churica y en el trayecto nos iba siguiendo una especie de bicicleta con campanilla nos dimos la vuelta y no había nada seguimos nuestro camino y a una cuadra y media de mi casa nos apareció una sombra de lo que llamamos la muerte con su sesgo y cada que dábamos un paso se agrandaba más y más la sombra sí yo no hacia la señal de la cruz y rezaba para que no nos pase nada esa sombra nos mataba a mí y mis hermanos y esta no es la única historia real hay muchas.

DANIEL        - 08 de julio de 2014 - 08:27
buenas historias....yo tengo una historia de una amigo q hasta el día de hoy no la puedo olvidar, él y su flia viajaban a los yungas, exactamente a Chulumani, ya que era la fiesta de ese bello pueblo, el iba en una furgoneta con sus primos y los padres iban en una vagoneta por delante, cuando en una de las miles de curvas q existen en el camino los primos vieron un hombre parado con un abrigo negro largo y el tenia patas de cabra, los jóvenes asustados hicieron parar a bocinazos a sus padres, estos pararon asustados también obviamente y los chicos habían contado esta aparición, los padres de estos incrédulos se subieron a su vagoneta y siguieron el camino....habría pasado una hora más o menos y los jóvenes q iban detrás de los padres vieron al mismo hombre de abrigo largo negro y con las patas de cabra cruzadas, sentado en la llanta de auxilio de la vagoneta de sus padres, despidiéndose y con una sonrisa diabólica, mientras la vagoneta lentamente se entraba al precipicio...

LILA   - 28 de febrero de 2014 - 06:47
Yo creo y mucho en cosas sobrenaturales un día yo vi algo no sé qué era pero era algo como una señora o señor que estaba apoyado sobre la puerta de mi baño y la puerta estaba cerrada.
Y también mi mama me conto que un día ella quería ver a la enfermera y dice que alguien se entró a un cuarto y cuando ella entro no había nadie.
Otra cosa a si mi tía una vez vio un duende y mi hermana no lo vio pero vio que el manto se movía .sabían que los fantasmas aparecen más a las 2 o 3 de la mañana, tengo muchas cosas que contar pero no alcanza el tiempo.

MARCIO RODRIGO TARIFA ROMERO            - 14 de febrero de 2012 - 15:07
Hace unas semanas atrás, mi persona hacia turno nocturno en Emergencias del Hospital General, como médico interno, bueno era un viernes o sábado mas o menos 3 am y como todo médico interno tenía que corretear por los resultados de los laboratorios de los pacientes, el laboratorio es por unas bajando unas gradas al lado de los quirófanos, fui a recogerlos y para no dormirme me senté en unas bancas que están en las puertas de los quirófanos y la sala de cirugía general y me puse a fumar y a tomar un refresco que me había llevado, de repente hacia el lado que lleva al INT, y al IGBJ, oí a alguien correr, y lo q pensé es que era algún familiar que había perdido un familiar e iba a la morgue que ahora es en la parte trasera del hospital o al IGBJ, cuando salió un niño corriendo lo vi pasar rápido por unos segundos, pensando que se había perdido lo fui a buscar corriendo detrás de él y fui hacia atrás d el pero no lo vi más ni lo oí mas, recorrí todo llegue a la morgue a la sala reumatología que es más abajo de la morgue a la pensión, a infectología, dermatología, salud mental, y nada.
Cuando volví al servicio le conté a la licenciada lo sucedido y me dijo que era un fantasma, que todo el hospital está repleto de ellos, pero que no hay que temerles ya que muchos de ellos nos cuidan según ella...

SHIRLEY      - 05 de enero de 2012 - 17:19
Yo sí creo que existen los fantasmas, yo tuve una experiencia muy escalofriante, me encontraba en mi habitación lista para dormir, apague las luces y me acosté, pasaron unas dos horas más o menos me quede dormida, pero de golpe se abrieron mis ojos sentí todo mi cuerpo pesado no podía moverme, lo único que tenía en mi mente era gritar o hacer ruido, gire mi cabeza a un lado y vi una mujer de negro con su cabello largo que cubría su cara, su mano que extendía hacia mi rostro queriéndome tocar, logre ver su mano era puro hueso, me asuste, mi corazón empezó a latir muy rápido, cerré mis ojos y empecé a rezar y pedir que se vaya, exactamente no sé cuánto tiempo paso , pero al final desapareció y pude moverme.
Esta experiencia no fue la única ya que en mi casa ocurren muchas cosas, no solo a mí sino a toda mi familia.

GRISELDA MONTAÑO PELAEZ - 07 de agosto de 2011 - 18:00
Yo fui interna el año pasado en el Hospital de Clínicas, y no creo sobre fantasmas ni duendes aunque no sé cómo explicar lo que me ocurrió, en el Hospital de la mujer en la sala de Neonatología en uno de mi turnos a eso de las 2am tenía q nacer un prematurito y tenía q informar al neonatologo de turno, estaba oscuro y vi al lado de una incubadora una imagen de una mujer q lo estaba viendo al bebito, me pareció haber visto a la Dra. de turno entonces la enfermera se apareció por atrás y le pregunte le puede llamar a la Dra. Aparicio por favor, ella entro y me dijo ella no está acá, yo le dije -Pero la vi, ella enojada no está si usted quiere compruebe, y era cierto la Dra., estaba en otro lugar..... me entro un frio a mi cuerpo y me dije a mi misma -"no viste nada".
Otro día en el Hospital de Niño en uno de esos turno largos, yo era quien iba a avisar arriba a los médicos e internos de turno los ingresos de paciente nuevos en la noche y estaba bajando en el ascensor porque traía una sillita de ruedas, alguien golpeo tremendamente fuerte la puerta pensé q era alguien q necesitaba el ascensor lo hice parar rápidamente y no había nadie ......me dio miedo de nuevooooooooo fue una sensación extraña ya que allá no había nadie más que yo...... ,esas son mis experiencias extrañas que son reales.

RENE - 12 de abril de 2010 - 07:16
La verdad yo cuando tenía aproximadamente 15 años yo no creía en este tipo de relatos, que seguramente a más de uno le gana la curiosidad por leerla pero a otros simplemente no les interesa...ahora sí... les cuento.. cuando estaba por los 17 años mis padres me dieron un cuarto ya para mi solito y al principio todo cambio no es bien recibido y tuve que dormir con la TV encendida, pero ya con el tiempo me fui acostumbrando pero una noche ya a eso de las 22:00 a 23:00 horas me acosté y apague la luz y estaba tratando de conciliar el sueño y busque la mejor posición para tener una buena noche ...el costadito era uno apropiado esa noche....de repente vi como si todo se volvía más oscuro trate de abrir mis ojos y todo era negro cuando de repente empecé a sentir como hormigas en mi cuerpo y lo primero que pensé era que habían pulgas o algo así pero ya me empecé a asustar y de pronto todo mi cuerpo estaba como que un millón de hormigas pudieran estar caminando encima mío....mi respiración fue aumentando como si estuviese cansado y mi corazón latía fuerte y de pronto como estaba de constado alguien se subió encima mío como si estuviera abrazándome y claramente escuche su aliento solo una vez y ahí quede aterrorizado, no podía moverme, sudaba, mi corazón estaba que se quería salir de mi pecho fueron los segundos más largos de mi vida...en todo esto yo ya no podía más lo primero que pensé es gritar e irme arriba donde mis padres pero no sabía cómo entonces decidido a hacerlo tome valor para salir.


Leyendas Urbanas de El Alto

EL LARI-LARI
Cuentan que el Lari-Lari, cuya apariencia era similar a la de los animales fabulosos, tenía alas de cuervo, cabeza de gato montés, colmillos de leopardo, cola de lagarto y patas terminadas en pezuñas de macho cabrío. Su tamaño era superior al de un felino salvaje y su olfato, más desarrollado que el de un perro policial, le permitía olor a la distancia a un niño recién nacido.
No se lo veía de día, excepto cuando se daba un eclipse de sol. Sin embargo, apenas caía el velo de la noche, salía de su guarida, desplegaba sus alas y volaba hasta cualquier pueblo del norte de Potosí, donde podía atrapar a los niños de pecho, que eran sus presas preferidas. La gente se percataba de su presencia cuando escuchaba sus pisadas en el techo, acompañadas de unos extraños rugidos que hacían estremecerse de miedo.
El Lari-Lari detenía su vuelo rasante sobre una vivienda, desde donde acechaba a los niños que todavía no habían sido bautizados, porque los más grandes, que habían recibido el agua bendita en la pileta bautismal, le causaban mareos, vómitos y dolores en todo el cuerpo.
Algunas veces, caminaba de techo en techo, dando saltos como un canguro o zapateando igual que un gallo, hasta que, de pronto, se detenía atraído por el olor de un niño que tenía pocos días de nacido. Si éste estaba solo, aprovechaba la ausencia de su madre para bajar del techo y meterse en la habitación. Luego se acercaba sigilosamente hacia su presa y tarareaba canciones de cuna, con una voz dulce y armoniosa, muy parecida a la voz celestial de los ángeles.
Una vez que el niño se quedaba dormido, con el mismo placer que sentía al ser arrullado entre los cálidos brazos de su madre, el Lari-Lari hincaba sus afilados colmillos en la faja y, sin que nadie lo notara, se lo llevaba volando por encima de los techos, como un viento que llega, se va y se pierde.
Así hizo muchas veces, hasta que una noche, en que dejó sus patas marcadas en los techos, como si hubiesen sido estampadas con hierro candente, se detuvo en una de las viviendas, donde detectó a una preciosa niña, que estaba solo, envuelta en un aguayo y recostada sobre un camastro hecho con cueros de cabra.
El Lari-Lari, seguro que tenía a su presa entre ceja y ceja, se relamió la boca con su lengua viperina y saltó del techo para meterse en la habitación, pero tuvo tan mala suerte que, como empujado por un soplo divino, cayó sobre un cuerno de toro empotrado encima de la puerta, donde quedó ensartado y balanceándose como el péndulo de un reloj de pared.
Los padres de la niña y los vecinos, al escuchar los alaridos de dolor del Lari-Lari, aparecieron con palos, cuchillos, antorchas y cartuchos de dinamita, decididos a acabar con la vida del animal inmundo, que se robaba a los niños para comérselos huesos y todo.
Cuando los vecinos lo vieron ensartado en el cuerno de toro, que el padre de la niña empotró a manera de adorno en la fachada, entre la puerta de madera y el techo de calamina, el Lari-Lari actuó con la misma astucia de siempre, al saberse que estaba en peligro; agitó la cola, las orejas y se puso a llorar como una criatura de pecho.
Los vecinos, que en un principio estaban decididos a lincharlo en el acto, sin mayores preámbulos ni contemplaciones, se detuvieron a cierta distancia hipnotizados por la mirada del Lari-Lari, en cuyos rasgados ojos se prendió una lumbre parecida al de los diablos.
Ese fue el instante que aprovechó para zafarse y escapar con la agilidad de un gato de siete vidas. Los padres de la niña y los vecinos que acudieron al lugar, armados con lo que tenían a mano, no pudieron hacer nada, salvo contemplar cómo ese esperpento de la naturaleza, luego de echar escupitajos contra los cuernos, se dio a la fuga delante de sus ojos.
Aunque el Lari-Lari se salvó de ser linchado, los pobladores del norte de Potosí, que durante años vivieron atemorizados por su inesperada y dañina presencia, aprendieron la lección de que el mejor amuleto para espantarlo eran los cuernos de toro, por eso los vecinos pusieron cuernos en el techo de sus viviendas, convencidos de que el Lari-Lari las temía como el demonio le teme al crucifijo.

Desde entonces, la calma volvió a reinar en los pueblos del altiplano, las madres dejaron de preocuparse por sus hijos recién nacidos y los vecinos no volvieron a saber nada del Lari-Lari, un monstruo maligno que, de no estar muerto, debe seguir todavía causando estragos en otros pueblos, donde las viviendas no tienen cuernos en el techo.


Leyendas Urbanas de El Alto

LA HISTORIA DEL EKEKO
Para empezar quisiera explicar el significado del "Ekeko": es un muñeco de yeso que simula la imagen de un campesino portando pequeñas porciones de alimentos (arroz, azúcar, café, etc...), y otros tipos de prendas valiosas. 
La historia se basa en que al ponerle un cigarro en la boca, él lo fumará y deberás hacerle tus pedidos. Los cuales te los cumplirá. 
Al viajar a Huancayo (provincia de Perú), me compré un Ekeko. Era la primera vez que tenía uno. Y por una extraña razón lo compré. 
Al regresar a Lima, ya en mi dormitorio le prendí su cigarro y le pedí cosas que en la actualidad no recuerdo... Esa misma noche no podía dormir, tenía una sensación de miedo pero no sabía el porqué. 
Me levantaba e iba al dormitorio de mis padres a contarles lo que me pasaba... ellos me mandaban a dormir y me decían que rezara. Me levanté un par de veces más para ir donde mis padres y al regresar a mi dormitorio vi en la silla de mi escritorio sentado al "Ekeko" en persona. 
Era un provinciano tal cual como el muñeco. Aterrada sólo volví a mi cama y no desperté hasta el día siguiente. 
Al otro día comentándole a mi familia lo sucedido, por un "accidente" el Ekeko se cayó rompiéndose su cabeza. 
Dicen los que tuvieron alguna vez un Ekeko, que es el demonio en forma de paisano que se presenta para hacer un trueque por lo que le pediste. 

Esto me pasó a mí cuando tenía aproximadamente 15 años y lo recuerdo como si fuera ayer.


Leyendas Urbanas de El Alto

LA LEYENDA DEL KHARISIRI
El Kharisiri es un personaje mítico oriundo de la región andina Aymara, específicamente desde Puno hasta la zona norte de Potosí (Bolivia). Se le conoce con los nombres de “Karisiri”, “Kharisiri” ó “Liqichiri”, cuya traducción del quechua al castellano nos daría ”el chupador de grasa”. En otras zonas se le denomina Phistaco, Ñaqaq, ó Khari Khari.
Los indígenas de esa zona lo describen de la siguiente manera: es un ser antropomórfico de pelo amarillo, gigante, cruel y exclusivamente nocturno. Al encontrarse con él, cualquier persona empieza a sentirse como hipnotizada y mareada, lo que el espanto aprovecha y extirpa toda la grasa del ser humano dejándolo en un estado de agonía total.
Se afirma que antes de la conquista española, el Kharisiri era un ser maléfico invisible, causante por lo general de las enfermedades consuntivas, aprovechando del sueño de sus víctimas, a las que con un pequeño corte, como queda dicho, les extraía la grasa. Después de la conquista, impresionados los andinos con ver degollar a los ajusticiados, y reducir el cadáver a cuartos, creían que el verdugo era un ser extraordinario, un malvado, representación del Kharisiri, que terminaba su sangrienta faena, andaba en las noches vestido con el hábito despojado al difunto y aún lleno de tierra y sangre, cubierta la cabeza de un capuchón, que sólo dejaba al descubierto su rostro pálido como la muerte y sombrío como la noche.
El Kharisiri llevaba en la mano una campanilla, cuyo lúgubre sonido se escuchaba de rato en rato. Decían de él que se alimentaba de carne humana, prefiriendo devorar la de los niños que encontraba a su paso. Poco a poco y a medida que las ejecuciones en esa forma disminuyeron, la imaginación de los andinos fue confundiendo al verdugo con el fraile que acompañaba al condenado a la pena de muerte, hasta que el primero desapareció de su memoria y sólo el último quedó con el mote de Kharisiri.
Con el transcurrir de los años, probablemente la circunstancia de ver trajinar con alguna frecuencia a los frailes sólos y por caminos silenciosos y desiertos, haya dado también lugar a la formación de esta leyenda con todos sus lúgubres contornos. Cuando el andino no ha visto ni se ha encontrado con este personaje de lúgubre fama y siente, sin embargo, dolor al vientre y se presenta en la parte exterior la terrible mancha roja, se cree que el vampiro se hizo invisible para mejor y más cómodamente extraerle la grasa, y el infeliz dominado por tal idea desconfía de los remedios, para luego encontrar la muerte.
En la época de la colonia, el fraile simbolizó para el andino, el autor de la carestía y hambre en el sector rural, porque se supone que en las grandes alforjas se lleva consigo, con el poder de la nigromancia que profesa, y recoge cuantos víveres encuentra, dejando al pobre andino que por falta de ellos, muera por inanición con la barriga pegada al espinazo. En todas las minas de la región andina se consideró de mal agüero la presencia de un fraile; cuando uno o más de éstos se presentaban en el lugar, los mineros se turbaban, les invadía la pesadumbre, e inquietos y tristes, esperaban que de un momento a otro les sobreviniera alguna desgracia personal o algún accidente en la mina; temían que se perdiera la veta del metal que explotaban o se derrumbara y matase obreros o murieran de manera violenta uno o más de ellos.
En la década de 1930 en las minas que se explotaban en la región andina del departamento de Puno, los mineros se oponían a que se llevara a cabo un acto religioso, alegando que la presencia de un sacerdote les traía la mala suerte; porque los genios subterráneos, habitantes de las profundidades de los cerros, dueños y señores de las vetas, las ocultarían indignados por la profanación de que eran objeto, para que jamás las encontrasen y a ellos les castigaría dándoles enfermedades.

Cierta o no, la leyenda del Kharisiri sigue vigente en esa zona. Es tal el miedo a este ser que los campesinos, en algunas comunidades altoandinas, no admiten en sus comunidades el ingreso de personas con la cabellera rubia.

LAS “ALMAS EN PENA” QUE RECORREN EL ESTADIO HERNANDO SILES

El diario 'Extra' de Ecuador hizo eco de una de las leyendas urbanas que circulan sobre el estadio paceño: la altura no es el único fantasma que recorre sus pasillos
Historias de terror rondan las paredes y graderíos del estadio Hernando Siles de La Paz. Las supuestas actividades paranormales en el interior de este escenario deportivo sorprenden a los aficionados extranjeros que llegan a la capital boliviana para alentar a sus equipos.
Boris Yangues, miembro de la Federación de Fútbol de Bolivia, aseguró que en el estadio hay almas que penan por la noche.
“El estadio es temido no solo por la altura (3.600 metros sobre el nivel del mar), sino por las almas que penan en la cancha, en los pasillos, graderíos y camerinos, aquí hay fantasmas que nos atemorizan a todos quienes trabajamos en este lugar”, expresó Yangues.
Según el funcionario de la Federación Boliviana el hecho se dá desde hace aproximadamente 50 años cuando el sector de la general norte se derrumbó matando a cerca de 500 personas.
“Ese accidente ocurrió hace mucho tiempo, fue una mortandad, se cayó la general por exceso de gente y desde ahí creemos que esas almas penan y se quedaron en el escenario. Por eso creo que quienes vienen a jugar acá deberían temerle más no por la altura y eso que les falta el aire”, comentó.
Los hechos paranormales que supuestamente se producen en el estadio han motivado que los empleados de este lugar organicen ceremonias religiosas en el sitio esperando que esos fantasmas o almas dejen de atormentarlos.
“Hubo un tiempo en el que la cosa se puso difícil, no había cómo trabajar ni cómo hacer nada, se oía niños jugando fútbol en la cancha, risas, lamentos en los camerinos y esas cosas, por eso hemos hecho misas y bendiciones para que esas almas puedan descansar y dejar de atormentarnos”, añadió Yangues.
Previo al partido de Ecuador ante la selección de Bolivia, Yangues dijo: “les vamos a dar el camerino de fantasmas a los ecuatorianos para que no puedan jugar bien y nos dejen ganar, pero aunque se les asomen los fantasmas sé que Ecuador es una buena selección y van a jugar a morir ya que ustedes tienen la oportunidad de llegar al Mundial de Brasil 2014, algo que nosotros veremos por televisión”.

CALLE JAÉN: LOS MITOS Y LEYENDAS - LA PAZ
“Los ruidos se siguen escuchando hoy en día, y los condenados están presentes en la memoria popular actualmente, a pesar de que los vecinos del siglo XVIII colocaron una cruz verde…”, testimonió una vecina de esta tradicional calle paceña.
La calle más emblemática de La Paz, no sólo por la historia que representa, sino también por las miles de leyendas y mitos que desde la época de la Colonia quedaron atrapados en su entorno, es la “Apolinar Jaén”, hoy por hoy la más visitada por turistas y cuidada por los vecinos de la zona Norte.

Ya desde su ingreso que colinda con la calle Indaburo, se puede percibir una cruz verde, símbolo de que esta arteria ya fue liberada de los fantasmas y espíritus malignos que en un pasado la hacían intransitable y terrorífica.
HISTORIAS Y LEYENDAS DE LA CALLE JAÉN
Miles de historias y leyendas hacen referencia a este lugar y existen testimonios:
“LA NOVIA”
Un joven llamado Ernesto Alvarez que vive cerca del lugar relató una historia sobre algo que le sucedió en la calle de los fantasmas. “Pasaba por la Jaén, luego de una reunión familiar vi acercarse a una mujer con un vestido chistoso, pensé que era una muchacha que iba a una fiesta le pregunte la hora, ya que parecía atractiva.
Luego me percaté que no tenía pies y que solo estaba flotando, mi única reacción fue caminar más rápido, el cuerpo se me paralizó y no había momento en el que llegue a la avenida. Apenas me di vuelta no había nadie estaba tan sorprendido que no sé cómo llegue a mi casa”.
“EL GASPARÍN”
Roberto Ríos, otro de los vecinos añadió que “escuchaba esta clase de cuentos y no los creía, pero una noche tuvo una experiencia propia que no la olvidará”.
“Eran casi las doce pasaba por allí como de costumbre y alguien me empujó, me enojé y le dije a la persona ‘¿que le pasa?’, quería agarrarlo ahí fue cuando me di cuenta que el tipo era un fantasma o Gasparín como lo llaman, porque mi mano atravesó su cuerpo, estaba paralizado, fue cuando me dijo que estaba de mal humor y que siempre se ponía así cuando pasaba por la plaza Murillo al ver la estatua porque no es la suya, se disculpó diciéndome que no era su intención haberme empujado….”
RUIDOS EXTRAÑOS
Doña Rosita Ríos, actriz paceña que tiene una tienda en la calle desde hace once años confirmó que se oyen ruidos por la noche
“Escucho muchos ruidos todas las noches sobre todo en la casa del protomártir Murillo”
Al igual que a otros vecinos contó varias historias como que “en la esquina de la calle había una viuda bastante hermosa que no dejaba pasar a ningún joven, después de la media noche, los llamaba y quienes se iban con ella, al amanecer aparecían ensangrentados y golpeados a la altura de la calle Alto de la Alianza”.
AHUYENTANDO ESPÍRITUS
Para contrarrestar de alguna manera el maligno conocido que es la viuda, que seduce a los hombres borrachos que se paran a altas horas de la madrugada en la calle como se citó, se optó por colocar una cruz verde hace varios años.
“Los ruidos se siguen escuchando hoy en día, y los condenados están presentes en la memoria popular actualmente, a pesar de que los vecinos del siglo XVIII colocaron una cruz verde y bendijeron el lugar con un sacerdote para ahuyentar a estos espíritus”, argumentó Clara Gutiérrez, que vive 30 años en la zona. 
EL FANTASMA DEL CEMENTERIO JARDÍN, LA PAZ

En la paz existen muchas historias y muchas leyendas, así como en el mundo existen tipos de leyendas similares, esta esta basada en una historia que nos cuenta una señora.

"No pasaban las doce de la noche, cuando con mi marido volvíamos de una cena muy importante con unos embajadores, la reunión quedaba en la zona de Sopocachi, así que decidimos tomar un atajo por Kantutani, al llegar por el cementerio Jardin, a lo lejos, vimos una señora vestida de negro, elegante pero se notaba que la señora tenia frio, ya que estábamos en pleno invierno, y la gente normalmente usa abrigos, era ya un poco más de las doce de la noche cuando le dije a mi esposo que parara el coche y lleváramos a la señora, nos acercábamos mas a la señora, y la señora nos miró, ella no tenía mirada, sus ojos eran totalmente blancos, y el ambiente se puso frío, mi esposo, comenzó a tener taquicardia por lo que había visto, paramos el coche y vimos como lentamente la señora que no tenia pies, traspasaba la reja del cementerio Jardin y nada se interponía a su paso"

Hasta ahora son miles las historias y relatos que se pueden escuchar acerca de este cementerio, esta es una de las más famosas historias que se pueden escuchar, para una averiguación mas profunda de este hecho fuimos a investigar y uno de los guardias asegura que el espíritu de esta señora ronda, normalmente a horas altas de la noche, para hacer parar coches, y solamente tiene una intención, ella espera a sus hijos, la historia relata que esta mujer no tuvo a nadie en su velorio ni menos en su entierro por el hecho de que ella era malvada, pero si tuvo hijos y sus hijos nunca fueron a visitar su tumba.

Historias de miedo…que te harán temblar de miedo. No olvides visitar el cementerio Jardín de La Paz una noche que tengas algo de tiempo.



LOS FANTASMAS EN EL HOSPITAL DE CLÍNICAS DE LA PAZ.

"La proximidad del Hospital del Tórax a la morgue es su avatar y su sello. Irrelevante para la mayoría del personal de los turnos de la tarde y la mañana, pero no para quienes trabajan en horas nocturnas, especialmente enfermeras.

Una de ellas, Wilma Huañapaco, encargada de la sala de Terapia Intensiva en el primer piso del edificio, jamás olvidará lo sucedido el sábado 4 de agosto.

Cinco minutos antes de las dos de la mañana de ese día, Huañapaco transcribía, como cada noche, el reporte del estado de los pacientes, cuya situación delicada no consiente equivocación alguna.
Enseguida, una pesadez repentina invadió el ambiente y el cuerpo de la enfermera quedó paralizado. Ni brazos ni piernas, ni siquiera sus párpados respondían. La desesperación la llevó a realizar un esfuerzo mayor hasta poder voltearse. En ese momento vio a un hombre alto, contorneado por un aura de un verde oliváceo y sin cabeza. Aunque la figura desapareció en el instante, la sensación de inmovilidad permaneció por algunos segundos más.

“Lo único que sabía era que estaba despierta”, relataría más tarde a sus compañeras, algunas aún incrédulas ante la experiencia de Huañapaco, para quien las apariciones son, después de todo, normales, ya que dice tener contacto con este tipo de fenómenos desde niña.
Pero esta enfermera no es la única que ve apariciones en el Hospital del Tórax, ni esta forma decapitada la primera vez que se presenta.

De hecho, por los pasillos aún se cuenta la historia de un hombre que cada noche pasea por los jardines próximos al hospital rumbo a la morgue. Aunque algunos lo han bautizado con el nombre del Jinete sin Cabeza, no tiene ninguna relación con el relato de Washington Irving.
Tan fuerte es la presencia de este hombre sin rostro, como la de una madre cargada de su niño que ha puesto los pelos de punta a más de una enfermera en la sección conocida como Pensionados, en el segundo piso del hospital, que es donde están internados los pacientes pudientes y donde hasta hace algunos años se trasladaba a las personas en estado delicado.

“Aparece en completo silencio, visita algunas salas, se detiene frente a alguna persona en particular, la observa y luego desaparece”, es el relato coincidente de quienes han vivido en carne propia la presencia de la llamada Mamá de los Pensionados.
A unos pasos del Tórax está el Hospital de Clínicas, también conocido como General, el más antiguo del complejo de Miraflores y también de la ciudad de La Paz.

Por sus largos pasillos pasaron miles de personas, entre médicos, enfermeras y pacientes, algunos de cuyos espíritus se niegan a dejar el lugar. De esto da constancia don Eloy Ticona, portero del nosocomio y quien cada noche, durante 25 años, recorre de punta a punta la vieja estructura.
Una noche de un año que don Eloy no recuerda, la figura de una mujer de talla alta y porte fino apareció en el jardín. “¿Doña Mercedes?”, preguntó don Eloy esperando encontrar una respuesta de la delgada dama a quien confundió con una enfermera que trabajaba en ese entonces.
En ese instante, la misteriosa mujer salió del jardín, tomó el pasillo y se alejó a paso lento en dirección hacia una sala donde descansaban algunos pacientes. El animoso portero la siguió e ingresó a la habitación casi por detrás de la mujer, pero no encontró nada, lo que fue corroborado por un paciente que estaba despierto y no vio ingresar a nadie.

Desde entonces, muchas de estas apariciones han inquietado las noches de don Eloy, quien, sin embargo, ha dejado de lado su miedo para dar paso a la curiosidad. Son innumerables las oportunidades en que la dama de negro ha reaparecido y algunos ya la conocen como la Viuda del General.

Los funcionarios más antiguos de éstos y otros hospitales aseguran que estas apariciones son ánimas de personas que murieron dejando algo pendiente.
Tal el caso de la figura de una enfermera de capa azul que ha hecho de las rampas del Hospital del Niño su lugar preferido de paseo nocturno.

Quienes la han visto aseguran que es el espíritu de una antigua funcionaria del nosocomio, a la que su aprecio y dedicación por los niños aún la mantiene junto a ellos. Al respecto, algunos personeros aseguran que los infantes tampoco han olvidado a su enfermera preferida.

Una de estas personas es la actual jefa del servicio de Neonatología, Teresa Aguilar, quien en sus 20 años de trabajo en este nosocomio jamás había vivido una experiencia como la de hace cuatro años.
Fue una noche en la que el paseo rutinario de visita por las salas fue interrumpido por unas escurridizas risas de niños un piso más arriba. Creyendo que un grupo de sus pequeños pacientes había decidido iniciar una ronda de juegos en plena oscuridad, subió en silencio intentado sorprenderlos.

Mientras más se acercaba más fuertes eran las risas. Sin pensarlo dos veces y a dos gradas del piso indicado espetó un grito, pero no había nadie.
Un frío intenso le estremeció de los pies a la cabeza y la sensación de inmovilidad se apoderó de su cuerpo por algunos segundos. “Estoy loca”, se dijo a sí misma como convenciéndose de no haber escuchado las multitudinarias voces. La incertidumbre terminó al día siguiente cuando la portera le pidió, en tono de reclamo, que controle a sus niños porque habían reído toda la noche.

Aunque no son muchas las personas que hoy en día dicen oír voces y risas de niños en el hospital, los funcionarios aseguran que sus pequeños visitantes rondan todo el día por las salas.


La encargada de Farmacia del turno de la tarde no se explica por qué algunas de las cajas de los medicamentos aparecen desordenadas siempre que deja el lugar por algún tiempo."


LA CURVA DEL DIABLO EN LA AUTOPISTA DE LA PAZ

Altar del diablo en la curva de la autopista, El Alto - La Paz

El día que me contaron que en la tercera curva de la autopista que une El Alto y La Paz había una roca negra en la cual fue esculpida la cabeza del mismísimo amo de las tinieblas, y donde acudían sus devotos para rendirle culto y pleitesía, no me lo podía creer hasta la tarde en que bajé desde La Ceja para ver con mis propios ojos eso que me parecía una invención de quienes practican las artes esotéricas para estafar a los incautos o sembrar el pánico entre los crédulos.

Al cabo de cinco minutos de viaje, pedí al conductor del minibús que me dejará en esa curva tan temida y respetada. De pronto me vi frente a una colina casi empinada, en cuya parte inferior había una roca de aproximadamente un metro y medio de diámetro, donde los devotos del diablo asistían para "ch’allarle" con enorme fe y devoción, como los mineros le "ch’allan" al Tío en los tenebrosos socavones, pero en otro contexto que nada tiene que ver con los poderes de Lucifer. 

Sin embargo, debo confesar que cuando visité el lugar no estaban ya las tres escalinatas que conducían hacia la imagen esculpida del diablo, que tenía los ojos saltones, los cuernos pintados de rojo y retorcidos como los de un macho cabrío, y una boca grande por donde le daban de comer, fumar y beber. Tampoco estaban ya las otras tres imágenes que flanqueaban el ícono principal, y que, según rezaban las inscripciones, una era el "Tío Contador" y la otra el "Tío Lucifer".

La leyenda urbana, transmitida por tradición oral, narra que al construirse la autopista entre La Paz y El Alto, algunos trabajadores, que abrían la carretera a fuerza de pico y pala, fueron testigos de algunas apariciones del diablo, quien, a modo de advertencia y defensa propia, se les puso en frente de quienes invadían su territorio sin ofrecerle disculpas anticipadas. Así fue como en una ocasión, el maligno convertido en serpiente de dos cabezas, se le apareció a uno de ellos, justo allí donde los barrenos y combos, al ritmo de bum-bum-bum, herían la roca negra, que antes era frecuentada por los "yatiris" y brujos para realizar sus rituales ancestrales. En otra ocasión, bajo un cielo roto por los relámpagos y el aguacero, descendió desde la punta de la empinada colina, de ladera lodosa y resbaladiza por el agua, un sapo negro, rechoncho y gigante, que saltó por delante de uno de los trabajadores, cruzó la carreta y se perdió al otro lado del bosque sin dejar rastro alguno.

Los habitantes de la zona, de mentes proclives a las supersticiones, dijeron que esos terrenos eran de propiedad del diablo, el mismo que, como todo soberano de las tinieblas, estaba escondido en las inmediaciones de la tercera curva, la más cerrada y peligrosa de la carretera, donde los conductores bajan la velocidad por temor a perder la vida. 

De modo que los trabajadores, al terminar la construcción de la autopista, prometieron levantarle un altar y rendirle culto a manera de ofrecerle disculpas por haberse "entrometido" en sus predios, sin previo aviso ni consideración. Pero también para suplicarle favores a tiempo de ofrendarle alcohol, cigarrillos, serpentinas y mixturas, con la creencia de que el diablo no es una simple roca, sino el guardián de la zona.

Los menos creyentes, que se reían en sus barbas y de la fuerza de sus poderes mágicos, han sido víctimas de horribles pesadillas y en algunos momentos han llegado a temer por sus vidas, como los transportistas que transitan por el lugar, sin rendirle culto ni suplicarle que los proteja de los accidentes. De hecho, en los anales de la Policía de Tránsito se registran varios incidentes protagonizados por los conductores en la Curva del Diablo. El más insólito fue cuando un minibús de color blanco, con diez pasajeros a bordo, impactó contra la roca, provocando graves mutilaciones en los miembros superiores de algunos pasajeros que, ensangrentados y conmocionados por el choque frontal, clamaron a Dios y a la Virgen entre "ayes" de dolor. 

Desde entonces los choferes y transeúntes se hacían presentes los martes y viernes, como ocurre con las apachetas, para "ch’allar" en la Curva del Diablo; un rito que se hizo habitual por varios años, hasta que los funcionarios de la Administradora Boliviana de Carreteras (ABC) y efectivos de la Policía procedieron, la tarde del 5 de agosto de 2011, a derribar el altar con una retroexcavadora que hizo chillar la roca.

La destrucción se realizó debido a que, una semana antes, en el primer día del mes de la Pachamama, se halló el cadáver de un hombre tirado en el suelo, rodeado por botellas de aguardiente, hojas de coca y colillas de cigarrillos. La víctima, de aproximadamente 35 años de edad, estaba congelada, tenía signos de violencia y presentaba un corte de unos quince centímetros alrededor del cuello. La Policía sospechó que el cuerpo fue una ofrenda satánica, que alguien hizo en el lugar, poniendo en la agenda pública la existencia de los cofrades.

Este hecho macabro bastó para que la Policía se diera tras la pista de los sospechosos, pero sin lograr resultado alguno hasta la fecha. Lo que sí queda claro es que en este lugar, donde acude mucha gente en busca de ayuda y protección, se siguen celebrando misas en honor al diablo que, más que diablo, parece un santo patrón para los vecinos de El Alto. Sólo faltaría que lo levanten en hombros y lo lleven en procesión por las avenidas de esta ciudad llena de "yatiris", "q’oas" y "ch’allas". 

Lo increíble es que, a pesar de la destrucción del altar con maquinaria pesada, los devotos no han dejado de visitar el lugar y hacerle ofrendas, acompañadas de coca, cigarrillos, serpentina, mixtura, azúcar, flores, botellas de alcohol, latas de conservas, fotocopias de cédulas de identidad, facturas, fotografías con clavos incrustados a la altura del rostro y los genitales, mechones de cabello amarrados con lana y hasta tangas de mujeres celosas.

Las crónicas rojas de la prensa revelan que la Policía, al lado de las monedas y los billetes de diverso valor, halló también amuletos, fetiches, una hoja de papel manchada con sangre en la cual un hombre pedía a su amada entregarle su cuerpo y otros objetos de supuesta brujería, al lado de huesos de animales sacrificados, en una suerte de misas negras, al pie de la imagen del diablo.

A dos metros de la roca y muy cerquita de la autopista por donde las movilidades cruzan a 80 kilómetros por hora, una comerciante alteña instaló su puesto de venta de artículos para que los devotos del diablo celebren sus mesas blancas y negras. No es casual que unos acudan a este lugar en busca de favores, protección para la salud y el éxito en los negocios; mientras otros llegan cada 7 de agosto y el martes de "ch’alla" para celebrar una pequeña fiesta, con preste incluida, en devoción al diablo, a quien, en ritos de maldición, le encomiendan que haga daño a los deudores, enemigos, maridos infieles y mujeres de mala vida.

Este es el panorama que se observa cada martes y viernes en la Curva del Diablo, en cuya roca donde estaba tallada su imagen y alrededor del altar no faltan velas derretidas de varios colores junto a las cenizas de las fogatas en las que se advierten prendas de vestir chamuscadas y cortadas en tiras.

Algunos creyentes aseveran que el incumplimiento con el pacto que se realiza con el diablo, podría ocasionar desgracias en la vida familiar y laboral, en tanto otros creen que si se le rinde un merecido tributo, el diablo hace que incluso las maldiciones, a las que están expuestas las víctimas, rebotan contra la misma persona que las encomendó en un acto de brujería; es más, los delincuentes suelen dejarle ofrendas para que en el próximo "golpe" les vaya bien y los ampare de la Policía, así como las prostitutas, que se aparecen los lunes al mediodía, le prenden cigarros y le dan besos como retribución por los presuntos favores recibidos.

Lo cierto es que todo esto, que en principio me parecía la invención de los practicantes de las artes esotéricas, correspondía -y corresponde- a una realidad contundente que forma parte de una sociedad donde el bien y el mal va de la mano; la prueba está en el hecho de que ahora se dice de que apareció otro altar dedicado al amo de las tinieblas frente a la Curva del Diablo, pero ésta es otra historia que se las contaré otro día.
Curva del Diablo, antiguas ofrendasCueva dedicada a ritos de magia negra